- ¿Por qué has hecho el amor conmigo?
Y tu pregunta me atrapa desprevenido, mientras observo tu cuerpo perfilado por la luz del ocaso. Una luz que desvanece los colores y acerca la habitación a los grises, los blancos y los negros. Estirado sobre la cama entrecierro los ojos y te contemplo. Como extraída de una foto de Bill Brandt: sombras, luces altas, fragmentos de un cuerpo desnudo, sensualidad,… Te mueves sentada sobre mi cuerpo y me vuelves a interrogar con la mirada. Y cruzo tramposamente otra pregunta en el aire:
- ¿Por qué has hecho tú el amor conmigo?
Tu voz, tu gesto, tus ojos no ocultan que tan sólo el consuelo o el cariño hayan sido mi motivo. Pero no hay motivos secretos ni ocultos. Las palabras pesan y se atrancan para salir, indolentes ante la obviedad. Y entonces me gustaría hacerme sentir como un cuadro Cézanne o una composición de Debussy. Palabras, palabras, palabras: huid, escapad, corred, … Que esta habitación explote en el calor de nuestras caricias aún presentes, que suene a deseo y huela música, que estalle en colores y sientas, sí, sin palabras, porque he hecho el amor contigo.
Me gusta tu ejercicio. Me gustan tus palabras. Me gusta la fotografia...y, si, que escapen, ellas, para sentir sin decir, lo que es claro.
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